martes, 13 de julio de 2010

Buen viaje

Hay días grises, tontorrones, de esos que no son malos ni buenos, sino todo lo contrario; de esos en los que uno está incómodo con el mundo, sin que el mundo le haya soplado siquiera; de esos en los que dices “me parece que hoy me voy a pelear con el primero que me mire”; de esos en los que, a la mínima, le montas la de San Quintín al pobre operario de Jazztel, Telefónica, Tele2 o similar que llame (que llaman, vaya si llaman) a tu casa a eso de las 4:15 de la tarde...

Esos días, en los que uno está al filo de la navaja, pueden decantarse hacia cualquiera de las dos vertientes del tejado: o bien salta una chispa que provoca todo el incendio, o bien sucede algo que echa una piscina de agua fría sobre la caldera de tu cabeza, y te reconcilias de repente con el mundo y con sus habitantes.

Así iba yo hace unos días, con una nube gris plomo en la cabeza, enfadado con el universo sin motivo aparente, lo cual es doblemente cabreante, porque no tienes a quién echarle la culpa... Iba conduciendo hacia mi casa, de vuelta del trabajo, tras bastantes kilómetros de camino, cansado, agotado física y mentalmente... Uno de esos días que, cuanto antes termine, mejor.

Y sucedió algo, una tontería; es hasta difícil explicarlo sin parecer demasiado estúpido. Más que lo que vi, fue lo que pensé.

Al pasar por debajo de uno de los puentes que atraviesan la autovía, leí, así de sencillo: “Buen viaje”. Escrito con spray negro, en mayúsculas, nada especial. Nada reivindicativo, ni político, ni futbolero, ni ofensivo, ni... Nada, sólo “buen viaje”.

Y me dio por pensar en el chiquillo (no sé por qué, supuse que sería un chiquillo) que, cabeza abajo, se arriesgó tontamente para escribir “buen viaje”. Para desearle a conductores anónimos, a personas que no conocía de nada, que no tuvieran problemas en la carretera, poniendo en peligro su propia vida, o que lo detuviese la policía, o que le cayese la bronca del siglo por parte de sus padres...

O, quién sabe, el pintor iba borracho (muy probable, supongo) y, en lugar de escribir una ordinariez, se le ocurrió desear el bien a sus semejantes. O, podría ser también, que quien lo hizo lo llevase pensando desde hacía mucho tiempo, urdiendo el plan en secreto, esperando el momento (seguramente nocturno) para realizar su ¿fechoría?.

En fin. El caso es que, fuese quien fuese el que escribió aquello, ebrio o sobrio, joven o viejo, hombre o mujer, planta, animal o cosa... Fuese quien fuese, decía, el autor de la pintada, me alegró el día, despejó los nubarrones de mi mente, me puso una sonrisa en la boca y me regaló una tarde de buenos pensamientos hacia los seres humanos. Por qué poca cosa se puede uno sentir bien. Fíjate si soy tonto... (¿o no?)

4 comentarios:

  1. De todas las entradas que he leído, esta para mi es la MEJOR. No entiendo el porqué de la ausencia de comentarios. Sea como fuere, seré yo el que rompa con esa tendencia, y con mucho gusto por cierto.

    Sencilla, mundana y a la vez preciosa, para mi, toda una genialidad. Enhorabuena.

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  2. No sé quién eres, pero muchas gracias por tus palabras :)

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